La Real Academia Sueca de las Ciencias ha galardonado con el premio Nobel de Química 2008 a los investigadores Osamu Shimomura (Laboratorio de Biología Marina, Massachusetts), Martin Chalfie (Universidad de Columbia, Nueva York); y Roger Y. Tsien (Universidad de California, San Diego) por el descubrimiento y desarrollo de la Proteína Verde Fluorescente
El descubrimiento de la Proteína Verde Fluorescente es vital para revelar tumores o mostrar el desarrollo de enfermedades. El gran valor de esta proteína reside en la intensa luz verde que despide al alumbrarla con luz azul y ultravioleta, lo que permite a médicos e investigadores, rastrear los procesos bioquímicos dentro de una célula individual bajo el microscopio.
Conectando la la Proteína Verde Fluorescente a una de esas proteínas se puede obtener información trascendental sobre qué células contienen esa proteína, cuáles son sus movimientos y cómo interaccionan unas con otras.
A su vez, este rastreo permite, entre otras cosas, revelar tumores en estado de crecimiento o mostrar el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer en el cerebro y está siendo utilizadas en diversos campos como la microbiología, ingeniería genética y fisiología.
La proteína GFP se observó por primera vez en la década de los 60 en la medusa Aequorea victoria, en la costa oeste de Norteamérica.
Historia del descubrimiento
Se remonta a Japón tras la Segunda Guerra Mundial cuando Shimomura fue contratado como ayudante en la Universidad de Nagoya y se le encomendó la tarea de descubrir qué compuesto hacía que los restos triturados de un molusco brillaran al contacto con agua. En 1956, Shimomura concluyó que una proteína era la responsable de la luminiscencia, lo que le valió el doctorado.
En 1990, Martin Chalfie se planteó utilizar la proteína verde como rastreador de la actividad celular de uno de los organismos mejor conocidos del mundo, la bacteria intestinal Escherichia Coli. El experimento fue un éxito y lo que observaron al microscopio fue una bacteria luminosa de color verde al irradiarla con luz UV. Poco después aplicaría este procedimiento para visualizar los receptores neuronales de otro microorganismo, el gusano C. Elegans.
La aportación de Roger Tsien, fue la de ampliar y experimentar con las proteínas con distintos colores, no sólo el verde fosforescente y la intensidad con la que lucen estas proteínas.
FUENTE: http://www.cope.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario