Mientras se realizaba la cumbre de Presidentes en Perú, la organización ambientalista Greenpeace, realizaba una seria denuncia, desde las ruinas del Macchu Pichu del país andino.
Lo que Greenpeace denunció en la oportunidad es el impacto que generará en la región la producción a gran escala de biocombustibles, orientada a abastecer el mercado internacional. Lo que pidió la entidad ecologista es que los gobiernos adopten estrictos criterios de sustentabilidad en la producción de biocombustibles.
Con el lema “salvemos los bosques para salvar el clima”, Greenpeace se hizo presente. Ese cartel fue desplegado desde las ruinas, alertando sobre el impacto que los biocombustibles tendrán sobre los bosques nativos de América Latina y en el aumento de los precios de los alimentos.
La producción de biocombustibles está impulsada por los gobiernos de los países industrializados como una solución rápida para el problema de emisiones de gases de efecto invernadero pero, según Greenpeace, “están generando más problemas que soluciones”.
La protección del clima se logra protegiendo, precisamente, los últimos bosques nativos que quedan.
La acción en el Macchu Pichu, fue realizada por activistas chilenos, argentinos, colombianos, australianos y alemanes. Y la policía peruana demoró a tres hombres luego de la acción donde se desplegó el cartel sobre el lugar.
La extensión de cultivos tales como maíz, soja, colza o caña de azúcar, destinados a la producción de biocombustibles, influye en las tierras agrícolas disponibles, provocando la destrucción, directa o indirecta, de ecosistemas naturales como las selvas y los bosques tropicales –dicen los directivos de esta organización.
La reglamentación europea estipula un corte obligatorio de los combustibles utilizados en el transporte, con un 5,75 por ciento de biocombustibles para el año 2010 y del 20 por ciento para el 2020.
Juan Carlos Villalonga, Director Político de Greenpeace Argentina dice: “Europa ha establecido un corte que excede su capacidad de producción y se procura que los países de América Latina se conviertan en proveedores dentro del mercado internacional, poniendo en peligro su patrimonio natural”.
Lo que la institución pide es que se logre una reducción positiva y considerable de los gases de efecto invernadero (GEI) de al menos 60 por ciento , no degradar directa o indirectamente bosques naturales ni otros ecosistemas y no amenazar la seguridad alimentaria, en especial la de los países en vías de desarrollo.
La deforestación a nivel mundial sigue aumentando a una tasa alarmante: desaparecen más de 13 millones de hectáreas al año y es la región de América Latina y el Caribe la que dispone, aún, de abundantes recursos forestales, aunque alcanza el nivel de deforestación más alarmante. De 1990 a 2005, perdió 64 millones de hectáreas de bosques. Y los gobiernos parecen no tomarlo en cuenta.
FUENTE : laciudadavellaneda.com.ar
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